En este caso voy a referirme a las personas que identifico a
través de su presencia de forma regular en las distintas cadenas televisivas.
En los últimos años he prestado mucha atención a los medios
de comunicación, dedicando bastante tiempo de mi vida particular a la lectura
de la prensa escrita (periódicos), y sobre todo, viendo muchos programas de
televisión, bien fuese de tinte político, deportivo, religioso o
entretenimiento, amén de los programas informativos o las noticias.
Todos los programas parecen cortados por el mismo patrón,
siendo habitualmente las mismas personas, las que participan en los distintos
canales televisivos, saltando de unos a otros, con un mismo denominador común:
Reprocharse que mienten; Defender y justificar lo hecho por
el gobierno de su ideología política; Exaltar los casos de corrupción en un
bando y pasar de puntillas por los del otros, según el interés particular,
radicalizándose las posturas; Elevar el tono de voz con exclamaciones que bordean
la falta de respeto personal; Utilización muy a menudo de expresiones hirientes
y vejatorias utilizadas con sorna, que esconden faltas de respetos personales…
sin embargo, después de las molestias momentáneas se pasa todo por alto y “pelillos
a la mar”, porque la cantidad de dinero que perciben por participar en los
distintos programas, debe ser bastante jugosa para aceptar, “el todo vale”.
Desgraciadamente estos comportamientos se ven luego reflejados
en la sociedad cotidiana, con el agravante comparativo de que en ésta, las
discusiones y descalificaciones no generan ingresos económicos y los
desencuentros se agrandan, y en muchas ocasiones, se guardan con rencor.
Personalmente, propondría delimitar el marco donde asumir con
claridad la responsabilidad particular de lo acontecido (bien sea de la
izquierda o de la derecha o de un lado u otro), y debatir para alcanzar muchos
más acuerdos en el resto de
responsabilidades comunes.
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