viernes, 11 de enero de 2013

El "virus" de la pereza


Un  “virus” que ha infectado a la mayoría de los ordenadores cerebrales personales de los miembros de mi sociedad española, es el de la pereza.
La pereza consiste en un abandonar las obras buenas por el esfuerzo que supone llevarlas a cabo.
La pereza sobre todo tiene que ver con la negativa a aceptar cualquier responsabilidad acerca de los males que aquejan a la sociedad. En este apartado, automáticamente identificamos a los que consideramos más culpables de la situación, como pueden ser, los gobernantes, las empresas, los financieros, en general, todo colectivo…  justificando siempre nuestras acciones particulares.
En la cuestión del cambio climático, tan en boga hoy en día, nadie quiere entrar de lleno en la “evidencia” (los grandes intereses económicos particulares lo paraliza), para dar una respuesta clara y contundente de forma generalizada, a pesar de que todas las alarmas mundiales están advirtiendo de que hay que tener: precaución y prevención.
Según un famoso astrofísico británico, la humanidad ha entrado en un periodo cada vez más peligroso y corre ya el riesgo de desaparecer de nuestro planeta, señalando tres problemas provocados por los propios seres humanos y que pueden acabar con nuestra especie, o al menos, con gran parte de ella: el cambio climático, una guerra mundial nuclear o biológica, o el choque de un asteroide.
Sin embargo, muchas personas comunes, que podríamos hacer tanto, simplemente cambiando nuestros hábitos de vida, no nos comprometemos con esta causa por la pereza de renunciar a la inercia del derroche, o desenfreno hacia el libertinaje.
Una vez más, nos justificamos a través de la inutilidad del esfuerzo:¿de qué sirve que yo haga el esfuerzo de cambiar, si los demás no lo hacen?.
Con esta infección generalizada del “ordenador cerebral” se ha formado un movimiento social etéreo, que yo denomino como “lógicos tontos”, el cual reivindica o reclama enérgicamente cuando se siente afectado por una norma restrictiva, pero hacen total dejadez por la falta de respeto a los derechos comunes existentes, eludiendo toda responsabilidad particular y personal en el mantenimiento común de nuestro entorno de convivencia...irremediablemente, todo Derecho, debe llevar aparejado una “Obligación”, o al menos, una Responsabilidad en el ejercicio de ese mismo Derecho.

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