sábado, 5 de enero de 2013

La religión católica en España




           
En estas fechas de mensaje de la fe  cristiana, traigo a colación el tema de la religión católica partiendo del nuevo concordato y la constitución de 1978, que define a España como un estado aconfesional, reconociendo a la Iglesia católica como una institución con la que el Estado ha de tener una relación especial, y en unos momentos en  los  que el laicismo vuelve a ser tema de actualidad en los medios de comunicación, en las declaraciones de los políticos y en el debate cultural.      
La Conferencia Episcopal Española (CEE), aparentemente controlada por el sector más conservador, no desconoce la gravedad de una situación que sus portavoces atribuyen a diversos factores: desde el anticlericalismo oficial y las críticas de determinados medios de comunicación, hasta las perturbaciones internas causadas por teologías deficientes.
En los últimos años, y más concretamente en el periodo transcurrido desde el año 2008 hasta la fecha de hoy, la Conferencia Episcopal Española, en nombre de la Iglesia católica, ha demostrado que tiene capacidad para concentrar, en manifestaciones reivindicativas de derechos civiles por su fe, en jornadas reivindicativas de derechos familiares según su acepción de familia única, o jornadas mundiales de la juventud, desde cientos de miles de personas adultas, hasta cerca de los dos millones de jóvenes peregrinos que se dice han acudido al acto de Cuatro Vientos, con ocasión de las recientes jornadas pastorales del Papa Benedicto XVI celebradas en Madrid (2011)…sin embargo, las iglesias católicas ven como paulatinamente va disminuyendo la asistencia cotidiana a las mismas, de los que consideran son sus feligreses.
Normalmente los feligreses que acuden a la Eucaristía son personas con edad superior a los 50 años y mayoritariamente forman parte de los católicos de la etapa política anterior, en el que era obligatoria tal religión, por ser considerada la única verdadera.
Por tanto, ciudadanos españoles, creyentes y no creyentes de un Dios creador del ser humano, pero sí miembros representantes en el funcionamiento del crecimiento y desarrollo de la sociedad española, procurad rebajar el énfasis que se pone en la defensa de la fe, y tened en cuenta que ningún ser humano, ni siquiera ninguna institución formada por seres humanos, tiene la potestad sobre la “Verdad Absoluta”.
No olvidemos nunca que lo que el mundo en general, y nuestra sociedad española en particular, necesita por encima de todo de forma conmovedora, es el ejemplo.

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