Se decía que con la llegada de la Democracia "las aguas volvían a sus cauces normales", porque el ser femenino recuperaba todos los derechos personales de los que fue desposeído durante la etapa de la dictadura franquista, en claro beneficio del ser masculino, quién tenía la total potestad para decidir libremente sobre "su mujer", la cual pasaba a ser casi de su propiedad.
Pero la realidad dista mucho de que esto sea así, porque si bien en lo referente a los derechos de Igualdad y Libertad reglados por leyes y normas de obligatorio cumplimiento recogidas en la Constitución las distancias existentes se han acortado muchísimo, no es menos cierto, que con respecto a los Derechos sociales que no vienen recogidos en ningún documento de obligado cumplimiento, sino en los que solo sirven como ejemplo de buenas prácticas, los miembros del sexo femenino siguen viéndose muy perjudicados con respecto al masculino, pues en las actividades del hogar, el cuidado personal de familiares, la educación o cargo de los menores, etc., sigue siendo mayoritariamente responsabilidad casi exclusiva de la mujer.
Los miembros del sexo masculino no muestra demasiado interés en abandonar sus privilegios personales venidos de etapas anteriores, y cuando se ve sorprendido en su forma de actuar tan egoísta para satisfacer sus deseos particulares, suele salir rasgándose las propias vestiduras exclamando con mucho énfasis y elevada entonación:"Yo por los míos doy el 100% y más si pudiera", con lo que intenta justificar su manera de proceder.
Por su parte, los miembros del sexo femenino aprendiendo de sus cualidades personales y reconociendo sus debilidades naturales, aplica una regla social más acorde y práctica para satisfacer sus necesidades particulares:"El 50% para mí y el otro 50% para el otro", no haciéndo partícipe de sus actos a su referente angular porque lo considera una pérdida de tiempo inútil, y entrar en una discusión verbal que no lleva a ninguna parte más que a un gasto de saliva innecesario, pues nunca se consigue acuerdos personales.
Por todo ello, la aplicación de la regla de Cincos por Ciento, permite un mayor equilibrio equitativo en las inter-relaciones personales entre los distintos referentes de la sociedad cotidiana... y por ende, una mayor Igualdad en la aplicación de los Derechos básicos constitucionales y sociales.
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