Madrid, la capital política de
España, que parece considerarse por su comportamiento como el “ombligo” de la nación,
se ha convertido en comunidad autónoma propia en el año 1983, después de un
intenso debate político para resolver su desvinculación definitiva de la
antigua Castilla La Nueva a la que pertenecía desde el siglo XIX.
Sin embargo, desde su existencia parece irrogarse el mando y
control de la “familia política española en general”, porque en su territorio residen los que ocupan los puestos de padres o cabezas
de familia (Congreso y Senado) además de los abuelos (la Monarquía) lo cual
significa, que en ella se encuentra el poder legislativo, ejecutivo y judicial.
Simplemente, por su capitalidad política se ha visto enormemente
favorecida en todos los aspectos con respecto a otras comunidades.
Curiosamente reivindica con mucha fuerza la unidad de España con
todas las prerrogativas favorables a su capitalidad, como son las celebraciones
multitudinarias por sus calles de los éxitos deportivos de las selecciones más
representativas, y se queja del sufrimiento que padece por la celebración de
tantas manifestaciones reivindicativas
en sus calles, por ser la capital política, intentando modificarr las leyes
para regular el derecho de huelga recogido en la Constitución.
Desde las elecciones de 1991, la derecha política siempre ha sido
la fuerza más votada, lo que significa una reivindicación del nacionalismo
español, y un desapego por los nacionalistas de las distintas comunidades
autónomas.
En mi opinión creo que esto se produce para defender su hegemonía
e intereses particulares, pues como territorio autónomo pasa totalmente
desapercibido, sufriendo una gran envidia con respecto a las comunidades
históricas, primero por no tener lengua propia, y segundo, porque su bandera
identificativa no es conocida mucho más allá de su ámbito cercano, lo que les
hace mostrarse tan contundentes en la defensa de la bandera española, cuando realmente se
trata de reivindicaciones particulares.
Para resolver definitivamente los conflictos territoriales
existentes en nuestra familia española, debemos aplicar con mayor rigor los
tres aspectos fundamentales para hacer posible cualquier utopía: Coherencia,
Diálogo y Humildad…
Desgraciadamente, exigimos a los demás la aplicación
de ellas para alcanzar consensos, pero no actuamos como ejemplo a seguir, aunque manifestemos siempre que hacemos todo el esfuerzo posible para
serlo.
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