jueves, 10 de enero de 2013

Madrid capital política de España: Consecuencias

Madrid, la capital política de España, que parece considerarse por su comportamiento como el “ombligo” de la nación, se ha convertido en comunidad autónoma propia en el año 1983, después de un intenso debate político para resolver su desvinculación definitiva de la antigua Castilla La Nueva a la que pertenecía desde el siglo XIX.
Sin embargo, desde su existencia parece irrogarse el mando y control de la “familia política española en general”,  porque en su territorio residen  los que ocupan los puestos de padres o cabezas de familia (Congreso y Senado) además de los abuelos (la Monarquía) lo cual significa, que en ella se encuentra el poder legislativo, ejecutivo y judicial.
Simplemente, por su capitalidad política se ha visto enormemente favorecida en todos los aspectos con respecto a otras comunidades.
Curiosamente reivindica con mucha fuerza la unidad de España con todas las prerrogativas favorables a su capitalidad, como son las celebraciones multitudinarias por sus calles de los éxitos deportivos de las selecciones más representativas, y se queja del sufrimiento que padece por la celebración de tantas  manifestaciones reivindicativas en sus calles, por ser la capital política, intentando modificarr las leyes para regular el derecho de huelga recogido en la Constitución.
Desde las elecciones de 1991, la derecha política siempre ha sido la fuerza más votada, lo que significa una reivindicación del nacionalismo español, y un desapego por los nacionalistas de las distintas comunidades autónomas.
En mi opinión creo que esto se produce para defender su hegemonía e intereses particulares, pues como territorio autónomo pasa totalmente desapercibido, sufriendo una gran envidia con respecto a las comunidades históricas, primero por no tener lengua propia, y segundo, porque su bandera identificativa no es conocida mucho más allá de su ámbito cercano, lo que les hace mostrarse tan contundentes en la defensa de la bandera española, cuando realmente se trata de reivindicaciones particulares.
Para resolver definitivamente los conflictos territoriales existentes en nuestra familia española, debemos aplicar con mayor rigor los tres aspectos fundamentales para hacer posible cualquier utopía: Coherencia, Diálogo y Humildad…
Desgraciadamente, exigimos a los demás la aplicación de ellas para alcanzar consensos, pero no actuamos como ejemplo a seguir, aunque manifestemos siempre que hacemos todo el esfuerzo posible para serlo.   

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