Con la llegada del sistema democrático a nuestro país, vino aparejado los partidos políticos que serían los responsables del funcionamiento social a través de la representación otorgada por las urnas en las distintas elecciones.
La financiación económica de los partidos legalizados vendría determinada por los votos obtenidos.
con el sistema democrático también llegaba el maná económico traducido en la inmensidad de obras públicas a realizar en concepto de infraestructuras, para las cuales Europa nos ayudaba con una cantidad ingente de dinero.
Desgraciadamente, desde el primer instante los representantes públicos se percataron del pastel a repartir, y se saltaron todas las leyes sociales en beneficio de sus intereses particulares, con la justificación de que sus actos se ajustaban a la legalidad judicial... bordeando el espíritu de la ley.
Con esta manera de proceder, se creó el eje de la corrupción política que sufrimos hoy en día en toda su crudeza, el cual consiste en "el otorgamiento de las contrataciones públicas", en el que impunemente se benefician económicamente los partidos en el poder (por la enorme dificultad para descubrirse) a través de comisiones ilegales... ¡Y así nos ha ido!
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