Pasado unos cuantos años desde que se produjo la crisis financiera a nivel mundial, la experiencia particular sufrida por la sociedad española como consecuencia de la misma, todo apunta a una evidencia en la causa que inició ésta: la codicia económica del ser humano.
Según mi entender, la debacle social que sufrimos hoy en día, comienza en la etapa de la transción política en el momento del inicio del camino del sistema democrático, aceptándose una Constitución que dejaba un margen muy amplio de interpretación de las leyes en cuanto al espíritu de la letra...
Los jóvenes que por primera vez votamos en unas elecciones, veníamos de un sistema en el que a los menores nos enseñaban con bastante énfasis por parte de los mayores, bien fuese familiares o educadores, que el valor más importante del ser humano era su palabra, y que la mentira tenía un coste desagradable.
La libertad comercial que vino con el nuevo sistema democrático, trajo consigo una fortísima campaña de preparación para la Venta, porque nuestro país presentaba unas condiciones inmejorables para la implantación del sector servicios, pues estábamos muy hábidos de consumo.
En los intensos cursos de profesional de la venta, se enseñaba con todo detalle como salvar las objeciones que te pudiesen presentar para no cerrar el acuerdo...la finalidad del vendedor era cerrar el acuerdo fuese como fuese.
En la práctica laboral de los conocimientos teóricos adquiridos, te percatabas que las objeciones en muchas ocasiones eran salvadas con mentiras, haciéndose ofrecimiento que no se cumplirían...ya aparecería alguna situación en la que se pudiese compensar el desagravio.
La sociedad democrática que nos prometíamos muy esperanzadora, con el transcurrir del tiempo ha permanecido impávido contemplando como el viento se ha ido llevando de nuestras inter-relaciones personales: el valor de la palabra dada.
Hemos pasado de una sociedad en la que los mayores educaban a los menores diciéndole:¡Si das una palabra, eso va a misa!, y si te cogían en una mentira, te llevabas un "castigo"; a una sociedad en la que los menores crecen con la sensación de que la mentira no tiene coste negativo alguno, pues escuchan con regularidad como los mayores mienten, sin darle importancia alguna a la mentira dicha...aprenden que deben ser listos para saber cuando te mienten y no ser engañados.
Cuando en el funcionamiento de crecimiento y desarrollo de una sociedad humana, prevalece por encima de todo "el valor material" para alcanzar acuerdos, y el valor de la palabra no tiene validez alguna: es que los pilares básicos de la edificación social se encuentran bastante debilitados, y están necesitados de un apuntalamiento urgente inicial y un posterior reforzamiento de sus cimientos.