Este pilar básico en cualquier sociedad humana, con la
llegada del sistema democrático, que trajo consigo el “matrimonio político”
entre el Estado y el Pueblo español, regida sus bases por el contrato
constitucional, el cual vino acompañado por un “maná económico” producto de la
gran inversión extranjera en nuestro país, así como la importantísima ayuda
venida de los fondos europeos, y la implantación del sistema capitalista
(libertad comercial total sin trabas), se ha visto seriamente afectado de forma
negativa, pues los valores más importantes en su crecimiento y desarrollo, como
son la sinceridad (el valor de la palabra dada) y el cariño y afecto entre sus
miembros, fueron quedándose desplazados o sustituidos por el valor del dinero y
los obsequios materiales para compensar la disminución de aquellos.
Hemos vivido una etapa democrática, volcados casi
exclusivamente en la idea de obtener el máximo dinero posible, como símbolo de
progreso y bienestar, no prestando la debida atención a la devaluación paulatina
del valor de la palabra, que con tanto énfasis nos enseñaban los mayores para
ser una persona de bien, ni tampoco a la alarmante disminución en la producción de cariño y afecto
particular, sustituyéndola por emociones y sensaciones fugaces, producidas por los
bienes materiales.
Con este panorama del aumento de la superficialidad sentimental en la sociedad, las inter-relaciones entre los distintos miembros
de la familia, cada vez se han ido enfriándo en la intensidad y escaseando en la cantidad, produciéndose los encuentros normalmente por motivos excepcionales, bien
fuese para celebrar un acontecimiento festivo, como un cumpleaños, bautizo o
boda, o bien por compartir un hecho luctuoso, como puede ser el fallecimiento
de uno de sus miembros referentes, o una graves desgracia accidental.
Sin embargo, como no hay mal que por bien no venga, con la
aparición de la gran crisis financiera a nivel mundial, y en nuestra sociedad
de forma particular, en la que los bienes materiales se han devaluado
enormemente y que muchísima gente se ha tenido que desprender de las joyas con
oro a un precio muy inferior al pagado por ellas, produciendo una mayor
humildad personal, hoy en día se ha
revalorizado de manera importante las inter-relaciones familiares con una mayor
sencillez, consiguiéndose una estabilidad emocional más equilibrada al sentir
la protección de la familia, permitiendo ver en la distancia una luz de
esperanza para la mejoría.
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